Atisbos del movimiento 'Cittaslow' se perciben en Puerto Rico con su promesa de una mejor calidad de vida.
Por Aurora Rivera / arivera@elnuevodia.com
Originalmente publicado en El Nuevo Día, sábado 17 de enero de 2009
¿Podrá algún día la gente de Adjuntas, San Germán o Barranquitas ver a su pueblo boyante económica, social y culturalmente, trabajar y vivir allí sin tener que emigrar o viajar diariamente a pueblos distantes y más ajetreados, lejos de su familia y su hogar?
Un deseo similar dio paso a la idea que desde octubre de 1999 ha motivado a los líderes de más de 70 ciudades a certificarlas como 'cittaslow' o ‘slow cities’ (ciudades lentas).
Todo comenzó en Greve in Chianti, Italia, donde su entonces alcalde -Paolo Saturnini- quiso que su gente viviera de forma menos frenética, pero más humanizante y ecológicamente correcta, de modo que se creara una sociedad más solidaria y con más respeto a lo local aunque consciente de la globalización.
Buscó la ayuda de Carlo Petrini, padre de 'slow food', movimiento que a su vez surgió en 1989 para contrarrestar el 'fast food' mediante el redescubrimiento de los sabores culinarios regionales y el disfrute pausado y placentero de estos. Al rescatar esa sabiduría del pasado y combinarla con lo mejor del presente y del futuro los italianos crearon la tendencia que ya ha llegado a países como Alemania, Gran Bretaña, Corea y Noruega, entre otros.
Según se explica en el sitio electrónico www.cittaslow.net, las certificaciones se
efectúan analizando detalladamente 59 puntos en seis categorías principales: política del medio ambiente, política de infraestructura, tecnologías para la calidad urbana, valorización de las producciones autóctonas y conciencia de los ciudadanos. Además, “las Cittaslow ofrecen siempre lugares especiales con ocasiones culturales y encuentros sociales”, “tienen la capacidad de hacer moda y de enseñar a las metrópolis” y “el objetivo de sostén que va a la par con la calidad en todas sus formas”.
¿Será posible vivir eso en Puerto Rico, un país rico en cultura y recursos naturales, donde 60 de los 78 municipios tienen menos de 50 mil habitantes? Según informara a Por Dentro Pier Giorgio Oliveti, director de la asociación Cittaslow en Italia, ningún país de América está certificada, aunque ha habido peticiones de Brasil y Colombia. De hecho, un reporte del periódico El Colombiano en agosto pasado presenta a Pijao en el Quindío como la primera ciudad sin prisa de Colombia. Definitivamente existen movimientos cónsonos en la región, y en Puerto Rico.
De acuerdo con el arquitecto Jorge E. Ortiz Colom, algunos candidatos locales para 'slow city'serían San Germán, Maricao, Adjuntas, Comerío, Maunabo, Patillas o Barranquitas pues tienen alguna de las características de ciudades 'slow' como arraigo a la agricultura y la gastronomía tradicional, respeto al patrimonio histórico y natural, vida comunitaria y cultural, mentalidad conservacionista, entre otras.
Ortiz Colom reconoce que en las ciudades más metropolitanas podrían crearse bolsillos 'slow', pero en general estima que será algo difícil diseminar el concepto en la Isla porque ni los desarrolladores lo tienen presente. Por eso invita a reconocer la necesidad de adoptar principios del 'cittaslow' y a sacar tiempo para estar con uno misma, en calma y así vivir mejor.
Thursday, January 22, 2009
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