Aunque mi trasfondo personal es la arquitectura no puedo sustraerme a la importancia de otras manifestaciones culturales sobre todo el idioma, el cual como dijera Unamuno es la sangre del espíritu. El idioma no es como un gabán de abogado que se pone y quita a voluntad: incorpora una visión, un mindset, un Weltanschauung, un cadre de vie, ¿en cuántos idiomas tengo que decirlo? que puede aproximarnos o distanciarnos de la realidad.
Muchos de nosotros nos hemos interesado en naciones hermanas del universo hispano. Los países tocados por tres siglos o más por España son en rigor parte de nuestra sangre. A muchos les entusiasma el esplendor de México, la afinidad con Cuba o Santo Domingo, los misterios del Perú o las pampas y la cosmopolita capital de la Argentina. Nos atraen a veces por tener amigos o familiares, o por la imagen de las crónicas de viaje.
Bueno, hoy admito que el pais hispano que mas me "prende" es Filipinas. Sí, el distante archipiélago asiático a las puertas de la China. No tengo familia allí ni compañeros de trabajo, ni lo he visitado, ni tengo negocios, ni propiedades ni nada de nada personal allí. ¿Por que me intriga tanto? En parte, porque entre las naciones hispanas, y en parte gracias a los norteamericanos post-1898 y en parte a voluntad de sus grupos nacionales dominantes (los glorimaris locales, como dirán algunos de ustedes) cambió de forma abrupta y total el español como idioma de gobierno, enseñanza, negocios y medios de difusión... ¡POR EL INGLÉS! ¿A cambio de qué?
Paso el "micrófono" al distinguido intelectual e hispanista filipino Guillermo Gómez Rivera. En una entrevista para el website Letralia, dice él en su perfecto español que:
La pérdida del español para el filipino ha comportado el desarraigo de su propia cultura, por el que tanto los individuos como las colectividades filipinas hoy carecen de una voluntad para progresar. De hecho hay un refrán filipino que recita: "quien desconoce su pasado no entiende su presente y no tiene la voluntad de ganarse su futuro" (ang hindi lumiñgón sa pinanggaliñgan, di puedeng maka-intindi nang kanyang kasalukuyan, at hindi makararating sa paroroonan); en cierto modo - por la situación tan crítica que vivimos - el filipino piensa que no tiene ningún futuro.En otras palabras, para los filipinos, el idioma INGLÉS ha sido igual a la perpetuación de la POBREZA. Un país culturalmente desarraigado que tiene que leer - ¡INCREIBLE! - a sus grandes próceres y autores como José Rizal, el padre de la patria, traducidos perdiendo la riqueza del idioma original; excluido de acceder a sus propios archivos nacionales por una colosal barrera lingüística; incapaz de entender la historia excepto aquella filtrada y traducida al anglosajón.
Esta crisis de identidad se está traduciendo, en estos momentos, también en una crisis política que escinde al pueblo filipino entre la clase pobre, que es la inmensa mayoría, y la clase pudiente, que son más o menos 400 familias, sobre una población total de más de noventa millones. La crisis de identidad se traduce en la falta de idealismo y de conocimiento de sí mismo, por parte del ordinario filipino; pero también, de aquellos altamente educados supuestamente en inglés, que venden el voto al mayor postor.
La economía filipina angloparlante dejó que el transnacionalismo mal entendido arruinara su industria y dejara a la agricultura en pobre condición con una continua insuficiencia alimentaria y despoblación del campo. La infraestructura es un desastre, sobre todo en la sobrepoblada y siempre ataponada capital de Manila, donde más de la mitad de la gente vive en arrabales tipo "El Fanguito"; algunos inclusive viven DENTRO de los vertederos municipales, vendiendo basura reciclada para subsistir.
Hay patrimonio cultural en el país: pero la ciudad antigua de Intramuros de Manila fue borrada del mapa en 1945, curiosamente por los americanos intentando reconquistarla. Muchos filipinos hispanoparlantes se fueron al otro mundo en la jugadita. Otros lugares adolecen - según las imágenes que he visto - de falta de mantenimiento y pobre manejo, y estoy convencido que al no poder entender los documentos antiguos, no se tiene a la mano toda la información histórica necesaria para asegurar su óptima conservación. Inclusive el monumento más conocido del país, las terrazas arroceras de los ifugaos, se han ido abandonando ya que no hay incentivos para mantener la población con sus milenarias, aunque cada vez menos rentables, tradiciones agrarias.
Es un país donde los mejores talentos emigran, en muchos casos a países europeos y otros más desarrollados de la propia Asia, en muchos de los cuales, a propósito, no se habla inglés. De hecho hay casi veinte mil filipinos emigrantes nada menos que en España, donde tienen que volver a masticar el castellano que se les ha negado en su país de origen - ¡tamaña ironía!. Una nación en perpetua crisis y en peligro de colapso económico: ¿ese es el futuro que deseamos nosotros para Borinquen? Por copiar a los anglonorteamericanos ("WASP-usenses", inteligente adjetivo inventado por Gómez Rivera), lo que vamos a terminar es, no como un enclave tropical de USA, sino como la Filipinas del Caribe, y sabe Dios si yendo en yolas a la República Dominicana.
Próxima parte: "Downtown": ¿entelequia o promesa?
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